Una vez, los héroes del ciclo Noble Rogue, Jeff Peters y Andy Tucker, quienes, según Peters, "cada dólar en su mano ... percibía como un insulto personal si no podía percibirlo como un botín", regresó de México después de otra estafa exitosa y se detuvo en un asentamiento de Texas llamado Bird City, extendido a orillas del Río Grande.
Las lluvias comienzan y toda la población masculina de la ciudad comienza a surcar el triángulo entre los tres salones locales. Durante una pequeña brecha, los amigos salen a caminar y notan que la antigua presa está a punto de colapsar bajo la presión del agua y la ciudad se convertirá en una isla. Andy Tucker tiene una idea brillante. Sin perder el tiempo, adquieren los tres salones. Las lluvias comienzan de nuevo, la presa se rompe y la ciudad queda aislada por algún tiempo del mundo exterior. Los residentes de la ciudad nuevamente comienzan a acercarse a los salones, pero se sorprenderán. Dos de ellos están cerrados, y solo la Serpiente Azul funciona. Pero los precios en este bar monopólico son fabulosos, y los policías, sobornados por la promesa de alcohol gratis, siguen la orden. Nada que hacer, y los bebedores locales tienen que pagar. Según los cálculos de los estafadores amigos, el agua no se caerá antes de un par de semanas, y durante este tiempo funcionarán bien.
Todo funciona como un reloj, pero Andy Tucker no puede negarse el placer de tomar una copa. Advierte a Jeff Peters que cuando está borracho se vuelve extremadamente elocuente e intenta mostrar esto en la práctica. Pero a Peters no le gusta, y le pide a su amigo que se vaya y busque oyentes en otro lado.
Andy se va y comienza a orar en la intersección más cercana. Se está reuniendo una gran multitud, que va a algún lugar detrás del orador. El tiempo pasa, pero nadie aparece en la barra. Por la noche, dos mexicanos entregan al borracho Tucker, quien no puede explicar lo que sucedió, a la "Serpiente Azul". Después de enviar a su amigo a la cama y cerrar la caja, Peters se propone averiguar por qué la población local ha perdido interés en el alcohol. Resulta que su amigo Tucker, en un ataque de elocuencia borracha, pronunció un discurso de dos horas, más magnífico que el que los habitantes de Bird City nunca han escuchado. Habló sobre los peligros de beber de manera tan convincente que al final sus oyentes firmaron un documento donde prometieron solemnemente durante un año no tomarse una gota de alcohol en la boca.